Este 24 de marzo nos encuentra ante un escenario político, económico y social sumamente difícil. Inflación y devaluación que pulverizan salarios, acuerdos del Gobierno con Repsol para resarcirla del desastre que dejó, con el Club de París reconociéndole la deuda que contrajera la última Dictadura y con el FMI, al que se le abren las puertas para que actúe.
Simultáneamente el intento oficial de condicionar las negociaciones salariales tratando de imponer criterios a la baja. En tal sentido vaya como ejemplo la paritaria docente tanto la nacional como las de las provincias.
A todo este panorama de por sí grave hay que sumarle la creciente represión explícita que se abate sobre quienes intentan manifestarse en protesta. Trabajadores sindicalizados, trabajadores desocupados, pueblos originarios, ambientalistas sufren en carne propia el accionar estatal. El telón de fondo es la Ley Antiterrorista, el trabajo de inteligencia sobre organizaciones populares y militantes y como novedad las palabras de la Presidenta proponiendo poner fin “consensuadamente” a las manifestaciones callejeras.
Hace 38 años la dictadura apeló al terrorismo de Estado para destruir la organización de los trabajadores y el Pueblo, y así poder imponer un modelo económico y social neoliberal cuyas consecuencias conocemos.
Hoy las políticas del Gobierno marcan los límites que el verdadero Poder acepta. La concentración y extranjerización creciente de la economía no es neutra. Los márgenes de ganancia pretendidos por el Capital no son compatibles con una verdadera democracia que tenga como norte irrenunciable el bienestar del Pueblo.
No aceptamos que a treinta años de restaurado el sistema constitucional todavía tengamos una ley de entidades financieras de la dictadura, que sigamos pagando cual pagadores “seriales” la ilegal, ilegítima y fraudulenta deuda externa, que hayamos entregado nuestra soberanía jurisdiccional, que se proponga que el agua no es un derecho humano y que la propiedad no tiene carácter social y que empresas públicas sigan siendo privadas.
Pero lo más grave es que aumente día a día la pobreza y que nos quieran convencer que ese es el camino.
Nuestros compañeros detenidos desaparecidos no lucharon por este presente. Ofrendaron sus vidas, en su mayoría muy jóvenes, por otro país, justo, democrático.
En este 24 de marzo reiteramos nuestro homenaje a los 30.000 detenidos-desaparecidos y a todas y todos los trabajadores que lucharon en aquel entonces y lo hacen ahora por la liberación de nuestra Patria.
NO OLVIDAMOS
NO PERDONAMOS
NO NOS RECONCILIAMOS
CENTRAL DE TRABAJADORES DE LA ARGENTINA