DERECHOS HUMANOS

Día Nacional del Derecho a la Identidad

La fecha fue fijada por el Congreso de la Nación en homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes desde 1977 llevan adelante una incansable búsqueda de las y los nietos apropiados durante la última dictadura cívico militar.

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El 22 de octubre de 1977, Mirta Acuña de Baravalle, Beatriz H. C. Aicardi de Neuhaus, María Eugenia Casinelli de García Irureta Goyena, Eva Márquez de Castillo Barrios, María Isabel Chorobik de Mariani, Delia Giovanola de Califano, Clara Jurado, Leontina Puebla de Pérez, Raquel Radio de Marizcurrena, Vilma Delinda Sesarego de Gutiérrez, Haydee Vallino de Lemos y Alicia Zubasnabar de De la Cuadra, cristalizaron un camino de lucha que llega hasta nuestros días, fundando “Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos” y designando a Licha Zubasnabar como su primera presidenta. Tres años después comenzaron a llamarse “Abuelas de Plaza de Mayo”, nombre con el que cual eran socialmente conocidas.

Estas doce mujeres, a las que luego se uniera Estela de Carlotto –actual titular de Abuelas de Plaza de Mayo-, iniciaron la búsqueda de sus nietas y nietos secuestrados junto a sus padres y/o madres -algunos de ellos nacidos en cautiverio en los centros clandestinos de detención-, conscientes de que corrían el riesgo de quedar detenidas o ser desaparecidas por el solo hecho de preguntar por el destino de sus seres queridos.

Meses antes, el 15 de mayo de 1977, María Eugenia Casinelli y otras once abuelas habían presentaron un Hábeas Corpus colectivo que nunca tuvo respuesta, en el que señalaban la existencia de bebés desaparecidos y solicitaban al Poder Judicial la suspensión de todas las adopciones. Ese mismo año, el 21 de octubre, irrumpieron en el acto de visita oficial a nuestro país del Secretario de Estado de los Estados Unidos Cyrus Vance y le entregaron una lista con los nombres de las y los hijos y nietos desaparecidos. Un día después fundaban la asociación que dio origen a Abuelas de Plaza de Mayo.

Inconmensurable es el aporte de Abuelas en la búsqueda de la verdad. A partir que le dieran a la creación de un banco para almacenar sus perfiles genéticos, en 1987 el Congreso sancionó la ley que creó el Banco Nacional de Datos Genéticos, con el propósito de comprobar la filiación de las niñas y niños apropiados en la última dictadura. Esta iniciativa fue fundamental para la recuperación de la identidad de 130 nietos y nietas.

Además, esa obstinada lucha por la recuperación de la identidad permitió darle continuidad a los procesos penales iniciados contra las y las responsables de la apropiación de hijos e hijas de las personas secuestradas ilegalmente y de aquellas niñas y niños nacidos en cautiverio, como así también por la supresión de su identidad. Esos procesos fueron posibles aún durante la vigencia de las leyes de obediencia debida y punto final, como así también el indulto, que impedían el juzgamiento de otros delitos de lesa humanidad.

“Indudablemente, cuando los tres poderes del Estado, por acción u omisión, se convirtieron en una máquina de exterminio, fueron las Madres y Abuelas quienes, sobreponiéndose al dolor más extremo que puede padecer una ser humano, guiaron el camino de la resistencia contra la dictadura y la lucha por la aparición con vida de las y los desaparecidos”, señaló Mariano Fernández, secretario de Derechos Humanos de la AJB.

“En ese largo derrotero de avances y retrocesos que tuvieron las Abuelas, sus convicciones y persistencia permitieron entre otras cosas, que el derecho a la identidad sea real y concretamente ejercido”, agregó Fernández.

La paciencia quizás sea el principal legado de las Abuelas. Para construir el derecho a la identidad. Para valerse de los progresos de la ciencia en aras de identificar de manera indubitada a sus nietos y nietas, y también para hacer menos traumático el momento del análisis. Para hacerse escuchar. Para conseguir, después de mucho tiempo, el apoyo del Estado. Para llevar a los genocidas ante la Justicia y que paguen sus crímenes en la cárcel. Para utilizar cada resquicio, cada herramienta, cada mano tendida desinteresadamente, para cumplir el propósito que ha guiado a la Asociación en todos estos años, que no es otro que el de devolver la libertad arrebatada a las y los hijos de sus hijos.

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