El día internacional contra la Trata de Personas se evoca cada 23 de septiembre para conmemorar el día en que fue promulgada (23 de setiembre de 1913) la primera norma legal contra la prostitución infantil (Ley 9143). Su autor fue Alfredo Palacios, primer diputado socialista de América Latina quien a comienzos del siglo XX buscó acabar con la trata de mujeres en los prostíbulos locales.
En aquella época operaba en nuestro país con sede en la ciudad de Buenos Aires la red mundial de trata de personas (1906 /1930) que tenía ramificaciones en otras ciudades de la Argentina, Brasil, China, Estados Unidos, India, etc.
En diciembre del año 2012 la ley sufrió una nueva modificación a raíz del impacto que generó en la sociedad el fallo que absolvió a los culpables de la desaparición de Marita Verón. Se eliminó la figura de consentimiento, se estableció para las víctimas asistencia integral, se impulsó la creación del Comité Ejecutivo y el Consejo Federal para la lucha contra la trata y explotación de personas. Sin embargo a casi tres años esta ley aún no ha sido reglamentada.
La trata de personas es la violación más importante y completa del ser humano debido a que se vulneran todos los derechos humanos, lo que lleva a la despersonalización de sus víctimas. Los fines de la trata incluyen los de servicios sexuales, esclavas para el trabajo en negro y extracción de órganos. Los métodos que se utilizan para captar a las víctimas son múltiples y variados, y según datos de la ONU, el 70 % de las víctimas de trata a nivel mundial proceden de América Latina.
Es por eso que desde los movimientos de mujeres aconsejamos:
– No ir a entrevistas de trabajo sola.
– No conectarse con desconocidos en Internet.
-Desconfiar de personas que generan vínculos afectivos en nuestros momentos de vulnerabilidad y ofrecen situaciones mágicas a tu vida, lejos de todos los que te rodean.
La trata requiere de una infraestructura importante y, sobre todo, de la impunidad necesaria para desaparecer a las víctimas, someterlas y explotarlas sin problemas. Impunidad que les proveen los jueces corruptos, la policía aliada al crimen organizado y el poder político que, paradójicamente es el que designa a los jueces y maneja a la policía.
Por eso, en la seguridad de que sólo se erradicará este flagelo cuando exista la voluntad política de hacerlo, exigimos: que ni una mujer o niña más sea víctima de la violencia de género o trata de personas y el desmantelamiento de las redes de trata.
Secretaría de Género e Igualdad de Oportunidades