Su recorrido en la Corte provincial no estuvo exento de diferencias profundas y etapas de duros enfrentamientos con nuestro sindicato, lo que no nos impide reconocer cualidades humanas y profesionales que consideramos oportuno destacar.
Desde el gesto de solidaridad y compromiso que implicó en épocas de la dictadura militar abrir las puertas de su estudio para recibir a nuestro dirigente Antonio Cortina -cesanteado durante la huelga de 1971-, hasta su alineamiento con la necesidad de depurar el Poder Judicial de magistrados que hayan formado parte del terrorismo de estado, expresado en los casos de Hooft, Fernández Garello y Nieva Woodgate.
En la misma línea, cabe reconocer su rol relevante en la destitución del ex juez Claudio García y sus aportes para poner en agenda las profundas transformaciones que debe producir la justicia provincial en materia de género, o su acompañamiento al reclamo de la AJB de reconocimiento del derecho a la negociación colectiva de las y los trabajadores judiciales.
También recordaremos los límites que intentó imponer –muchas veces en soledad dentro de su estamento- a las políticas de ajuste estructural y recorte salarial impulsadas por la gestión que dejó el poder en diciembre de 2019, o su denuncia a las persecuciones padecidas por las y los magistrados cuyas decisiones no se adecuaron a los requerimientos del poder de turno.
Seguramente muchas de esas cualidades serán una referencia ineludible para pensar el nuevo perfil de magistrados y magistradas que necesita el Poder Judicial de nuestra provincia. Acompañamos a familiares y amigos en este momento.