Mañana 8 de marzo se conmemora una histórica -y trágica- huelga de mujeres, que desde 2017 tiene un carácter rebelde. Capaz de reclamar la precariedad de la vida y pelear contra las violencias patriarcales, este 2022 volveremos a las calles mientras la pandemia se va diluyendo y dejando un halo de incertidumbre donde el cansancio y la vulnerabilidad de la vida aún persisten.
¿Quién no recuerda esas imágenes que en distintas partes del planeta mostraban calles vacías, lugares céntricos inhabitados, estaciones de trenes y aeropuertos desolados? Sólo habíamos visto eso en relatos de ficción y alucinógenos.
El año pasado en varios países de América Latina se realizó el paro feminista aún en condiciones críticas, marcadas por el cansancio del primer año de pandemia. Se hizo en modalidades variadas: marchas, concentraciones, caravanas, intervenciones callejeras y en redes sociales.
En aquel entonces las demandas se enfocaron en los temas intensificados por la crisis sanitaria: trabajo reproductivo, condiciones de precariedad y vivienda, incremento de violencias contra las mujeres en el contexto de las medidas de aislamiento, y la decidida muchas veces por el sistema judicial.
Las reivindicaciones de las mujeres para este 2022 vuelven a articularse sobre cuatro ejes: violencia, cuerpos, fronteras y economía. Las convocantes queremos visibilizar los efectos de la crisis sanitaria que agravaron la situación que viven las mujeres, al sostener durante la pandemia el grueso de las labores de cuidados. A los recortes en servicios sociales, derechos y libertades, vienen a sumarse las violencias machistas sistémicas y cotidianas que están también en el centro de los reclamos.
También queremos poner énfasis en debatir contra el abuso de las corporaciones que aprovecharon la pandemia para incrementar sus ganancias a un nivel grosero, y en el debate sobre una reforma judicial feminista y la despatriarcalización de la sociedad.
Tras terminar el 2021 con 256 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas y 181 niños y niñas huérfanas, la Comisión Organizadora del 8M dice “basta a todas las violencias que sufrimos en todos los ámbitos y espacios de nuestras vidas: en el hogar, el trabajo, los espacios públicos, la pareja, la familia, el entorno laboral, la sociedad o las instituciones del Estado”.
Desde las centrales de trabajadores alzamos la voz y decimos que la “Deuda en con Nosotras”. Somos conscientes de que aún falta que reconozcan nuestros derechos, pero también es cierto que como trabajadoras judiciales de la provincia de Buenos Aires, siempre estuvimos y estaremos en la calle, luchando.
Y hoy más que nunca, después de que la fragilidad y la finitud pasaron por nuestras vidas, nos encontrarán en la calle marchando codo a codo. El 8M es una fecha ganada, trabajada y renovada. El 8M es nuestro.